“Llegué a Jaguart Serenity sin saber muy bien qué buscaba, solo con el corazón hecho pedazos. Lo que me hizo quedarme fue descubrir que no estaba sola. Que había otras mujeres que también habían sentido ese vacío, esa culpa, ese abandono. Me sentí abrazada, aunque nadie me tocara". 

“El ritual de reconexión fue mi primer paso. Lloré con cada frase, con cada pregunta. Pero también, por primera vez, me escuché. Al leer el libro entendí que yo sí era suficiente, solo que él no tenía los ojos para verlo". 

“Hoy puedo decir que mi valor no depende de nadie más. Lo sostengo yo. Y si alguna mujer está leyendo esto, en medio de la confusión, creyendo que hizo algo mal… quiero decirle: no le entregues tu valor a nadie. El valor está en ti. Siempre ha estado. Jaguart solo me ayudó a recordarlo".

“Sentí furia. Asco. Rabia. Traición. El corazón se me apretaba, y mi cabeza no paraba de repetir: ¿cómo no me di cuenta antes? ¿Qué hice mal para merecer esto?” 

“Cuando llegué a Jaguart Serenity, estaba llena de fuego. Pero no de ese que transforma… sino del que quema por dentro. Lo primero que me hizo quedarme fue leer que no estaba loca. Que era normal sentir tanto enojo. Que esa rabia también es parte del proceso… y que se vale sentirla, sobre todo cuando quien te traiciona es tu esposo". 

“Hacer el ritual fue como abrir una compuerta. Empecé a soltar el resentimiento poco a poco. No hacia él… sino hacia mí. Porque entendí que yo no hice nada malo. Él eligió engañar. Él eligió mentir. Y yo… yo solo amé con todo". 

“Hoy puedo decirlo sin culpa: merezco algo mejor. Merecía lealtad. Y merezco paz". 

“Si tú estás en ese lugar donde yo estuve… sal de ahí. A la primera señal de traición, no te traiciones tú también quedándote. Tu tiempo, tu energía, tu amor… valen demasiado para gastarlos en quien no sabe cuidarlos".

“Lo que me dolió no fue solo el abandono. Fue el veneno de sus palabras. De pronto, todo lo que yo había construido en mí se vino abajo. Me sentía fea. Vacía. Humillada. ¿Cómo podía alguien destruir en segundos lo que a mí me había costado años?” 

“Y ahí estaba… sola en Barcelona, sin familia, sin amigos, sin respuestas. Solo el eco de su desprecio y el caos en mi mente". 

“Encontré Jaguart Serenity por casualidad, pero me quedé por una razón muy simple: leí que no necesitas ser perfecta para merecer amor. Y esa frase me quebró… porque nunca nadie me lo había dicho así. Yo siempre había pensado que tenía que mejorar, agradar, cambiar para ser digna". 

“El ritual fue mi primer acto de amor propio real. No fue magia. Fue decisión. Empecé a cuidarme, a hablarme bonito, a mirarme con otros ojos. Descubrí que la mirada de él estaba sucia… pero la mía podía sanar". 

“Hoy me abrazo como soy. Y le diría a cualquier mujer que esté pasando por lo mismo: trabaja en tu amor propio como si tu vida dependiera de ello… porque a veces, depende. Si tú no sabes cuánto vales, puede venir cualquiera y hacerte creer que vales menos de lo que eres. Y eso… es lo más doloroso de todo".

“Recuerdo una noche. Preparé la cena. Él llegó, ni siquiera se sentó a la mesa. Se quedó en el sofá, sonriendo mientras texteaba con alguien. Le pregunté qué pasaba y me dijo que era un amigo. Yo sentí que algo dentro de mí se rompía. Pero me lo tragué. Otra vez". 

“Meses después se fue con ‘la del Instagram’. La misma a la que ya le había dado like en todas las fotos, a la que seguía mientras yo dormía a su lado. Se fue a vivir con ella. Y esta vez sí publicaba fotos. Sí mostraba su nueva vida. Como si yo nunca hubiera existido". 

“Me sentía invisible. Y lo peor… creía que era culpa mía. Que no fui suficiente. Que quizás sí era muy intensa, muy sensible, muy ‘todo’". 

“Hasta que encontré Jaguart Serenity. No buscaba sanar, solo quería no volverme loca. Pero el primer ritual me recordó algo que había olvidado por completo: yo también merezco ser mirada con amor". 

“Lloré mucho al principio. Pero poco a poco, empecé a recuperar mi voz. Dejé de caminar con miedo a incomodar. Dejé de silenciar mis emociones para no molestar a alguien más. Empecé a sentirme viva. Vibrante. Hermosa. No porque alguien me lo dijera. Porque yo lo recordé". 

“Hoy le diría a cualquier mujer que esté en ese lugar oscuro: no te acostumbres al amor que te apaga. El amor no debería doler ni darte miedo. El amor empieza por ti. Y hay una libertad hermosa del otro lado de ese miedo. Te juro que la hay".

“Cuando lo confronté, lo negó todo. Tuve que llamarla a ella. Tuvimos que ir juntas a enfrentarlo. Y ahí, con las dos frente a él, ya no tuvo escapatoria. Recuerdo su cara. Vacía. Cobarde. Y la mía… rota". 

“Me sentía tonta. Humillada. ¿Cómo no vi las señales? ¿Cómo me dejó tan vulnerable? Mis amigos y mi familia querían ayudarme, pero había un dolor dentro de mí que no se calmaba con consejos. Sentía que me estaba volviendo loca de tristeza". 

“Hasta que encontré Jaguart Serenity. O tal vez, Jaguart me encontró a mí. Abrí el libro sin mucha esperanza, pero bastó un párrafo para sentir que alguien me entendía. Que mi dolor no era eterno. Que no estaba sola. Y que no estaba rota para siempre". 

“Hice los rituales llorando. Escribí en mis journals como si mi alma estuviera sangrando por las palabras. Pero en ese proceso, algo empezó a cambiar. Entendí que nunca fue mi culpa. Que yo no provoqué su infidelidad, ni pedí estar en un triángulo que no sabía que existía. Entendí que el dolor es real, pero también lo es la sanación". 

“Hoy miro atrás y sé que sobreviví a algo que pensé que me mataría. Y si pudiera hablarle a una mujer que está donde yo estaba, le diría: no creas que siempre vas a sentirte así. Esto es solo una parte del camino. El sol volverá. Tu alma lo sabe. Solo necesita que tú la sostengas un poco más".

“Tenía una vida ‘correcta’, una pareja estable, una rutina ordenada. Y sin embargo… algo en mí gritaba. Algo me decía: esto no es amor, es resignación disfrazada de estabilidad". 

“Una noche, mientras buscaba en internet sin saber qué buscaba exactamente, apareció Jaguart Serenity. Leí una frase que decía: ‘No estás rota. Estás volviendo a ti.’ Y lloré como no había llorado en años. Fue como si alguien me hablara directo al alma". 

“No fue un cambio inmediato. Pero hacer el ritual de reconexión emocional fue como abrir una grieta por donde por fin entró la luz. Empecé a preguntarme: ¿qué quiero yo? ¿qué necesito? ¿qué me hace bien?” 

“Y entendí algo doloroso pero liberador: me había estado abandonando a mí misma para sostener una vida que ya no me pertenecía". 

“Hoy no tengo todas las respuestas, pero tengo el valor de elegir mi verdad, incluso si incomoda. He aprendido a escucharme, a nombrar lo que me duele, y a no pedir permiso para ser yo". 

“Si tú también sientes que te estás apagando en silencio, te lo digo con el alma: no necesitas una tragedia para empezar de nuevo. A veces basta con el coraje de escucharte… y responderte con amor".